La farola
Así estaba la farola de nuestra historia, viendo pasar su vida de cuento anodino cuando, un día todo cambió. Sucedió que se había convocado en una estrella cercana a la tierra una convención de magos, aprovechando que ese año se produciría un eclipse de sol. Los magos, debéis saber, sólo pueden viajar a través de la franja oscura que se produce cuándo la Luna tapa al Sol en su trayectoria. Esa zona oscura, es la autopista de los magos y la que les marca el camino hacia la estrella dónde, cada muchos años, se reúnen para hablar de los nuevos avances en el encantamiento.

Dió la casualidad que la franja oscura pasaba por la ciudad donde se ubicaba la farola, así que, ese día, tenía trabajo extra al tener que permanecer encendida durante más horas de las establecidas. Iluminando con su luz amarillenta y mortecina estaba la farola cuando se posó encima de ella, un mago que se había tomado un descanso en su viaje hacia la estrella. La parada fue corta, ya que el eclipse duraba pocos minutos y no era cuestión de desaprovechar la oscuridad que le marcaba su camino. Al reemprender el mago su viaje, se desgarró un pedacito de su traje quedándose enganchado en la parte superior de la farola. Eran apenas unos hilos, un trozo muy pequeño que, dada su posición y tamaño, permanecía oculto a quienes miraban a la protagonista de nuestra historia.
Sabido es que los trajes de los magos son, asimismo, mágicos. También es sabido que la magia se transfiere a quién entra en contacto con ella. Así pues, de esta forma, la tela que se había quedado enganchada a la farola transmitió a ésta poderes mágicos. A partir de aquél momento cuando se le acercaba algún empleado municipal a arreglarle sus circuitos eléctricos, se convertía en propietario de una empresa de componentes electrónicos. El perro que se acercaba a marcar su territorio, en un extraordinario cánido de pedigrí apreciadísimo, orgullo de todas las perritas de la ciudad. El borracho que se acercaba a ella para apoyarse, recuperaba inmediatamente la sobriedad y estaba presto para una nueva juerga etílica, cuestión ésta que llenaba de alegría a los propietarios de los bares. La dama y el varón que se acercaban a abrazarla, no tardaban en encontrar al príncipe o princesa de sus sueños.
Como es normal, la fama de la farola creció rápidamente y venían a visitarla personas de todos los lugares de la tierra, de cualquier clase y condición. Todos y todas formaban grandes colas para conseguir ese punto de magia que le hiciese más felices su vida. El paso del tiempo y el trasiego de la gente habían desgastado mucho el aspecto de la farola. Los responsables del consistorio pensaron que, una farola encantada como aquella, no podía estar sucia ni vieja, así que decidieron hacerle una limpieza a fondo. Así que se pusieron manos a la obra. Le quitaron el polvo, le cambiaron las bombillas, lijaron sus metales, la pintaron con ribetes dorados. Dejaron una farola reluciente y perfecta pero, en toda esta operación, quitaron el trozo de tela que se desgarró del vestido del mago. Y la magia se perdió junto con la tela.
Así que a pesar de ser ahora una farola bellísima, había perdido todo su encanto. Poco a poco la gente fue alejándose de ella, hasta que, nuevamente se quedó allí, sola, como al principio de nuestra historia. Volvía a ser una farola vulgar. Como todas las demás farolas.
Dicen que, aún hoy día, algunas personas que conocen la historia, siguen abrazando farolas esperando encontrar alguna que les transmita su magia. No saben que, la magia, la transmiten ellas en cada abrazo.
13 comentarios
kaleidoscopio -
Para Virginia picada anteriormente -
Para María repartiendo besotes -
P.S. Voy preparando la chistera
Virginia -
María -
Siempre es bueno un tiempo de "magia"...
Otro besote más !
Para kaleidoscopio haciendo de "Sor Teresa de la Cruz" -
kaleidoscopio -
Para paloma sin sacar brillo -
paloma -
Me gustan las historias mágicas.
Besos
Para kaleidoscopio buscando astrónomo -
kaleidoscopio -
Para Onice arrimándose a la farola que más calienta -
Onice -